A mi ciudad amada
“Tu pasado medieval te abraza,
A los muros de la vieja ciudadela.
Y un río que va a morir a la bahía,
De este a oeste te atraviesa.
Romántica en las formas,
Tienen tus puentes arcos de sólida belleza
Y tu aspecto ordenado de alemana aldea
Ha puesto farolas en las calles,
Veredas de adoquines y góticas iglesias.
Y supiste tener empalizadas altas
Y torres de madera.
Y rodearte de fosos circulares
Que antaño fueron tus defensas.
Hoy, quitaste de ti vallas y grietas,
Progresas, y en la calma,
Luces pacífica, ya no guerrera.
Y has dejado nacer robles y rosas
Y has cubierto de jardines las trincheras.
Sin embargo, quieres crecer, y se te nota,
Te maquillas la cara con fachadas nuevas,
Te visten arquitectos extranjeros
Y tienes de Roma las columnas
Y del París elegante, el teatro y los museos.
Más, yo te prefiero de entrecasa
Sin adornos que opaquen tu inocencia.
Con la cara lavada por la bruma
Perla bañada de suave iridiscencia.
Y el mar claro, trasparente en el ocaso
Es atuendo acorde a tu simpleza.
El perfume francés no va contigo,
Yo te quiero oliendo a flores frescas”.
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